La nostalgia puede ser
un arma de doble filo,
puede herir tu corazón
y el de quien recibe tu lamento.
La nostalgia brota
como una lágrima incontenible,
como una emoción desbordada,
que hace que el corazón
se vuelva locuaz y atrevido.
La nostalgia puede ser traicionera
y me haga anhelar
aquello que no quise y que no tuve,
deseando tenerlo ahora
cuando la soledad me hiere.
La nostalgia no es amiga ni compañera,
es un dolor vestido de ángel
que quiere arrastrarte a la desdicha
de la vida en blanco y negro.
La nostalgia te hace decir cosas
desde ese dolor, desde esa herida,
de las que te arrepentirás un día.
Entiendo tu nostalgia amada mía,
como entiendo tu dolor, tu desdicha y melancolía...
como entiendo las palabras
que se escriben desde la agonía...
como entiendo al corazón que quiere ver un árbol
donde refugiar su melancolía
para sanar su herida de tantas horas vacías.
Escuché tu nostalgia
que dejó escapar las aves de los sueños y poesías,
de promesas e ilusiones,
que parecen más una canción sin melodía.
Escuché tu lamento de las horas vacías,
y me permití soñar contigo de nuevo,
como aquel día.
Y seguiremos soñando
hasta donde nos de la vida amiga mía,
porque lo tuyo y lo mío
sólo en sueños se daría.