Se habrán dado cuenta, a estas alturas, que me refiero a la extensa cobertura del traslado de los militares presos por los crímenes cometidos durante la dictadura. Los hombres informados ya sabíamos el qué, quién, cómo, porqué, dónde, sólo nos faltaba el cuándo, y ello fue cubierto extensamente por todos los canales de televisión abierta interrumpiendo sus programaciones habituales. A esa hora de la noche, para mí, era mucho más importante las declaraciones que emitiría en AR Prime, el director del Sename sobre las medidas futuras que intentarían proteger a los niños de las imbecibilidades y estupideces de los adultos, como lo ocurrido con las hijas del ejecutivo bancario acusado de violarlas, eso sí me parece interesante, porque es en esa etapa donde los adultos nos convertimos en los imbéciles que que somos (nadie se haga la princesa ofendida con este término que sólo significa: alguien que dice o hace tonteras) Cuando siendo niños, nos trauman para el resto de la vida y terminamos convertidos en esto que hoy somos: seres castigadores, llenos de miedos, faltos de poder de decisión, "sin saber actuar" en el mundo, lo que nos transforma en incompetentes, porque el "saber actuar" es lo que se entiende por competencia. Hoy invito a los adultos a pensar y recordar si alguna vez le han dicho a un niño alguno de estos conceptos: "eres un bueno para nada", "deja de hacer tantas tonteras", "eres tan pesado", "eres tan descuidado", "eres tan desmemoriado", "ustedes los niños no pueden...", "deja eso ahí, mejor lo sigo haciendo yo", "no te subas...", "no entres..." NO, NO, NO.
Bueno, yo recuerdo haberlo hecho más de una vez y mis padres lo hicieron conmigo y ahí recuerdo que en ese momento es cuando nos petrificamos, nos "inmovilizamos" para el resto de nuestras vidas, porque no pudimos desarrollar la habilidad de tomar decisiones, porque cada vez que lo hicimos de niños, ¡¡"la cagamos"!! y no queremos repetir ese dolor emocional, ese daño que sentí cada vez que mi "dios PADRE" y mi "diosa MADRE" me recriminaron, me castigaron, me reprobaron; entonces me quedo en la vereda de la vida viendo cómo otros, que sí están capacitados, toman las decisiones por nosotros y nos llenamos de excusas para no participar de ellas como, por ejemplo, cuando en un condominio de 180 co-propietarios hay reunión de asamblea y sólo asisten 30 o en elecciones voluntarias sólo participa un 40 o 50% de la población ¿qué está pasando allí? ¡no queremos "cagarla" de nuevo! No estamos dispuestos a ser juzgados, ni humillados, ni heridos nuevamente como cuando eramos niños, "niños emocionales" en formación y fuimos agredidos por "adultos lógicos" que pretendían que hiciéramos lo "correcto" siempre, sin "equivocarnos" nunca: "¡puta chiquillo huevón, ya lo hiciste mal otra vez!" y en ese momento el padre estaba repitiendo el patrón de lo que su padre le enseñó: ser castigador, represor, estricto y riguroso. La niñez es un espacio de emociones fundamentales con los que los niños comienzan a descubrir la vida y a modelarla, si los dañamos en esa instancia, será para el resto de la vida.
Pienso en todo esto, que ahora escribo, cuando intento comprender por qué los canales de televisión abierta transmiten extendidamente el cierre de un penal, si yo eso ya lo sabía, me habían dicho que sucedería, bastaba un extra de 2 minutos y que me dijeran: "Ahora es cuándo", y yo trataba de entender en qué momento esos periodistas reporteros so olvidaron de hablar con congruencia gramatical, con frases ordenadas, subordinadas de manera cohesionada y coherentes, sin los molestos alargamientos vocálicos y los desagradables "eeee", que sólo ensucian una comunicación y la respuesta está ahí mismo donde usted está pensando: en la niñez, donde me enseñaron a ser incompetente. Ahí les dejo el tema, para que lo piensen, lo discutan y tomen conciencia cada vez que le hablen a un niño.