Mi hijo Georg, como cientos de miles, “peinan la muñeca” con esto de los zombis, de hecho, la foto que encabeza este crónica es la de su perfil en Facebook, y entonces pienso: ¿desde cuándo la humanidad viene “rayando la papa” con esta tontera de los muertos vivientes? La verdad es que estas historias me acompañan desde la niñez, por lo que podemos decir que son… muchos años.
Desde que George A. Romero, este cineasta neoyorkino se pusiera de cabeza a revivir cuanto muerto podía para ponerlos en sus películas, las que ofrecían una crítica sobre varios aspectos de la sociedad contemporánea, hasta las más recientes, donde destaca la saga de “Residente Evil” y “Guerra mundial Z”, me pregunto cuál es el mensaje que estamos tratando de interpretar en estas grotescas imágenes de “come cerebros”, y la verdad que no es fácil dar con la respuesta.
“The Waking Dead” es un intento desesperado de la consciencia colectiva para que comprendamos que nos hemos transformado en muertos vivientes. Vivimos una vida muerta ¿Cómo es esto? ¿Cómo podría estar una vida muerta? Sé que suena paradójico, pero ya no tanto cuando comprendo la ilusión que crean nuestros recuerdos emocionales negativos como la codicia, el dolor, el sufrimiento, la violencia, y que a través de éstos enjuicio la realidad que observo, por lo tanto ésta se transforma en un espejo que refleja mi interior, y si a estos los llamamos recuerdos, es porque ocurrieron en un tiempo que ya no existe, por lo tanto es un tiempo muerto, una emoción muerta, lo mismo que ese recuerdo, y si insisto en “ver” a través de aquellas memorias, entonces estoy viviendo una vida muerta. Soy un muerto viviente. Sólo saliendo de aquel “cajón” de emociones muertas me permitiré vivir la VIDA. ¿Cómo sé todo esto? Porque, por muchos años, fui un muerto viviente.
Debo reconocer que fue con la última cinta, la protagonizada por Brad Pit, y esta suerte de “inmunizarse” al contagio, contrayendo un virus que no nos permitía “incubar” esta “enfermedad” de los tiempos desatada por las emociones negativas que se exacerban con esta prisa que nos entró con los avances tecnológicos, que nos tiene a todos corriendo como locos sin saber hacia dónde corremos, acumulando una riqueza sin sentido, desatando las tempestades de iras y sentimientos de fracasos continuos y permanentes que despiertan estas “ansias” de querer “comernos” a los demás: “comernos” esta realidad que hemos creado. Si asumimos que todo lo que ocurre en el “escenario” de la vida, todo movimiento frente a nuestros ojos, ocurre desde el interior del Ser, y como no nos hacemos 100% responsable de ello que se traduciría en “viajar” hacia el interior, al subconsciente, donde reside el origen de la tragedia que se está manifestando “allá afuera”, entonces decidimos “comernos” esta realidad que no nos gusta.
“The Waking Dead” es un intento desesperado de la consciencia colectiva para que comprendamos que nos hemos transformado en muertos vivientes. Vivimos una vida muerta ¿Cómo es esto? ¿Cómo podría estar una vida muerta? Sé que suena paradójico, pero ya no tanto cuando comprendo la ilusión que crean nuestros recuerdos emocionales negativos como la codicia, el dolor, el sufrimiento, la violencia, y que a través de éstos enjuicio la realidad que observo, por lo tanto ésta se transforma en un espejo que refleja mi interior, y si a estos los llamamos recuerdos, es porque ocurrieron en un tiempo que ya no existe, por lo tanto es un tiempo muerto, una emoción muerta, lo mismo que ese recuerdo, y si insisto en “ver” a través de aquellas memorias, entonces estoy viviendo una vida muerta. Soy un muerto viviente. Sólo saliendo de aquel “cajón” de emociones muertas me permitiré vivir la VIDA. ¿Cómo sé todo esto? Porque, por muchos años, fui un muerto viviente.
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