Hay una letra colgando del borde de mi alma,
no hay ni viento que la empuje,
y a mi me faltan las ganas;
los océanos se quedaron sin olas,
éstas arrancaron de vacaciones;
es como una pausa larga y eterna,
donde hasta las hojas se quedaron en suspenso,
es una pausa larga con olor a tregua
de un invierno que me amarga.
Una letra que describe lo que siento,
pero tiene que descolgarse de mi alma
y sembrarse en el desierto
para que broten de nuevo mis ansias y mis ganas;
de otra forma moriré sin saberlo
y quedará allí por siempre,
pendiendo de mi alma, colgando de una rama,
como un jirón de mis deseos y de mi ganas.
Una letra que describe ¡cómo lo siento!
lo que prometía ser un jardín,
se convirtió en un infierno,
lo que sería mi luz de abril en mi ventana,
secó los añiles de mi alma esa mañana.
Cómo lo siento cuando una historia
ya no tiene cuento y se queda sin final
y deja la última letra pendiendo,
colgando del ventanal.
Una letra en medio de una pausa,
en medio de una tregua;
cuando el corazón, medio dormido medio despierto,
pregunta si habrá sido verdad todo esto.
Una letra colgando del borde de mi alma,
se quedará allí, secándose hasta mañana.