A veces pienso en ti,
cuando el cielo está triste,
y el viento me parte la piel;
entierro mis puños en el abrigo
y me encojo un poco al caminar,
y escucho tus tacones
pisoteando mi corazón en cada latido;
y tu risa loca vuelve a mi oídos
y un calorcito se instala en mi boca
y no puedo evitar sonreír
cuando pienso en ti.
A veces pienso en ti,
y miro tu retrato,
ese que no he querido botar,
y escapan los fantasmas
de noches mágicas,
borrachas, amantes, eternas,
y se instala en mí
un sentimiento que no conozco,
que no es tristeza, ni amor, ni olvido,
cuando pienso en ti.
A veces pienso en ti,
y no es en ti en quien pienso,
sino en lo que dejaste en mí;
eso que me hace añorar el canto,
la risa y también el llanto;
lo que me hace caminar
en el frío de la tarde
con mis puños enterrados en los bolsillos;
ahogado en una bufanda
que me recuerda el calor de tus besos
y el sabor de tus labios,
cuando pienso en ti.
Ahora lo entiendo,
cuando pienso, pienso en mí
y lo que dejaste en mí;
y es eso lo que aún me hace feliz,
cuando creo... cuando creo que pienso en ti.
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