jueves, 27 de julio de 2017

EN EL SILENCIO



En el silencio eres quien eres;
ese ser que no alcanzo, que no imagino, 
que se viste de luz y de sombras,
que se presenta a mi puerta envuelto en brillantes y lentejuelas,
que bien pueden ser los harapos de tu alma;
alma que no alcanzo ni imagino, 
sentada entre luces y sombras, a la orilla del camino.

En el silencio te conoces, te dibujas, te disfrazas 
de lágrimas o risas,
de sueños, 
de esperanzas luminosas, 
o marchitas
por el drama 
de no conocer el fondo de tu alma, 
alma que no alcanzo ni imagino,
sentada entre luces y sombras a la orilla de un camino,
camino que no es mío.

En el silencio sabes quién eres, 
criatura perversa o ángel de la guarda;
y escoges el abrigo perfecto para tu campaña;
y arrancarás lágrimas o carcajadas, 
danzando en el fuego de mi mirada,
que se deja envolver por el encanto de tu hechizo
que me eleva al cielo bendito, o me deja caer al infierno maldito.

En el silencio te miras al espejo, ese que desnuda el alma,
y que te despoja de los monstruos que te abrazan y disfrazan;
espejo que te enfrenta a tu figura despojada, 
desarmada del ser que eres; 
ese que no alcanzo ni imagino,
que se acurruca escondido, enrollado, aferrado, incrustado,
en el fondo de tu alma.


miércoles, 26 de julio de 2017

DECEPCIÓN



Te dejé caer;
quisiste cortar una flor,
y abrazaste un cardo envenenado.

Te dejé morir;
retiré mi mano
cuando esperabas mi corazón
y nunca sabré
que escondían tus laberintos.

Se apagó el sol
y la oscuridad me compró
y me hundí
en un pantano de algodón.

Me desconecté,
y no supe más del calor ni del frío;
del dolor ni de la risa;
del amor y el desamor;
de lo eterno y lo finito.

Te dejé caer
en un abismo de ilusión
del mago de mil caretas,
y no supiste distinguir
el camino de salida y el del olvido.

Te dejé morir
aplastando el aire de tus días,
los sueños de tus noches,
las caricias dormidas.

Me desconecté;
retire mis cables de placer
y los escondí bajó el baúl,
para no buscarte;
para no sentir, para no vivir tu piel.

Te dejé caer
en un espació que olvidé;
en un punto aparte sin guión;
en un párrafo que no volveré  leer,
de un libro que ya acabé.


viernes, 7 de julio de 2017

TRISTEZA



Tengo un nivel de tristeza
que no alcanza a caudal;
amagada por un suspiro entrecortado
de un amor que se esfumó,
se desgarró, se trituró
y se esparció por mis venas
como un veneno perverso
de un olvido sin olvido.

Tengo un nivel de tristeza
como el de un niño perdido;
al que le faltó ese abrazo,
ese arrullo de bebé entumecido 
en los brazos gélidos,
amargos y desnutridos
de las olas de un mar embravecido.

Tengo un nivel de tristeza
que solo alcanza
para contar las lágrimas
de un desvalido,
de un moribundo, de un mal nacido,
que cuenta los latidos
para decir adiós
a un mundo que ni siquiera ha vivido.

Tengo un nivel de tristeza
que solo se compara
al amanecer de un día
en que despierto a un sueño
donde jamás habrás existido;
un sueño en el que jamás habrás vivido.

Tengo un nivel de tristeza
en el que no recuerdo siquiera
el haberte tenido.