viernes, 7 de julio de 2017

TRISTEZA



Tengo un nivel de tristeza
que no alcanza a caudal;
amagada por un suspiro entrecortado
de un amor que se esfumó,
se desgarró, se trituró
y se esparció por mis venas
como un veneno perverso
de un olvido sin olvido.

Tengo un nivel de tristeza
como el de un niño perdido;
al que le faltó ese abrazo,
ese arrullo de bebé entumecido 
en los brazos gélidos,
amargos y desnutridos
de las olas de un mar embravecido.

Tengo un nivel de tristeza
que solo alcanza
para contar las lágrimas
de un desvalido,
de un moribundo, de un mal nacido,
que cuenta los latidos
para decir adiós
a un mundo que ni siquiera ha vivido.

Tengo un nivel de tristeza
que solo se compara
al amanecer de un día
en que despierto a un sueño
donde jamás habrás existido;
un sueño en el que jamás habrás vivido.

Tengo un nivel de tristeza
en el que no recuerdo siquiera
el haberte tenido.


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