Tengo un monstruo aterrado en la azotea;
aterrado con el brillo de tus ojos, con el aroma de tu piel,
con la dulzura de tus besos; y con (como se llame)
esa cosa rica que debe sentirse al abrazarte.
Un monstruo aterrado
que se asoma entre los cardos,
soñando con la danza de tus labios,
y el movimiento de tus dedos mientras hablas;
aunque no te escucha,
se fascina con la perfección de tu espalda
y se desliza entre las sábanas pensando en ella;
como un monstruo enamorado.
Se cruzaron nuestras miradas,
y estuve a un segundo del alma de decirte: hola;
y la garra de mi monstruo aterrado, me apretó el corazón;
y estuve así de cerca de romper el silencio y la cárcel
donde crece este amor aterrado, lleno de misterio,
porque no sabrá nunca hasta donde habría sido capaz de amarte.
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