Es el no saber,
es el no tener certeza lo que me cansa.
Es el transitar por laberintos oscuros,
tan oscuros donde nada parece moverse,
y cuando nada parece moverse,
entonces es que está muerto...
No me acostumbro
a verte partir,
y al desgarro de mi pecho
por un corazón que quiere irse contigo.
No me acostumbro al calor
que me hiela el alma
de un deseo olvidado
en un recuerdo perdido
de dos almas que solían caminar juntas.
No me acostumbro
a dejar en mi boca
tantas palabras locas
que hablan de promesas eternas
de amores infinitos, de sueños incumplidos
que esperan tu respuesta.
No me acostumbro
al haber despertado soñando con tu cuerpo
con tu risa y con tu llanto
y descubrir que no estás a mi lado.
Y es porque no me acostumbro a no tenerte.
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