jueves, 5 de enero de 2017

AMOR QUE AGONIZA



Un rastro perdido en un camino olvidado;
un candado abierto en un portón desvencijado;
una puerta rota de una habitación maldita;
un alambre de púas que desgarra la piel del recuerdo;
media luz de media lámpara que medio alumbra
el dolor mortecino del fantasma de la piel rasgada
por el recuerdo herido y desgarrado por las púas de su alma.

Un camino olvidado por el tiempo y por la vida;
maderas podridas que tratan de sostener los candados oxidados;
una habitación oscura de lamentos y gemidos subterráneos;
un recuerdo que se retuerce entre alambres ensangrentados;
por un mundo que se derrumba en un abismo escondido y olvidado;
donde vagan las almas que perdieron el rastro y el camino.

Una luz mortecina que ya se apaga en una danza macabra;
las sombras se hacen inmensas, ocres monstruos que asesinan;
y de la habitación nace un lamento que se ahoga en un llanto amargo;
y los pasos del fantasma herido se arrastran en aquel rastro perdido;
una mano tuerce el rodillo y las púas se entierran en la carne;
el gemido se hace grito y las sombras se armas de puñales ancestrales;
y el silencio se hace eterno y la oscuridad se convierte en reina.

El fantasma agoniza en un rincón de la historia no terminada;
el silencio ahoga el último gemido con su mano y retuerce el dolor adormecido;
y el viento comienza a barrer las cenizas del camino, y del rastro perdido,
de la media lámpara, de los candados vencidos y la maderas podridas;
es el olvido que va cayendo, que va arrasando con el bosque encantado;
y el otrora príncipe en fantasma convertido por el olvido de su amada,
se cubre de la oscuridad y del silencio y entrega su último suspiro al despertar el alba.


miércoles, 4 de enero de 2017

EL PODER DEL PERDÓN



Ésta es una de las más grandes lecciones que tiene la vida: el verbo "perdonar", en su conjugación reflexiva, sólo es útil al crecimiento y sanación emocional cuando la acción recae sobre el propio sujeto.




Nos arrogamos el poder de perdonar a otros y que otros nos perdonen: "Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti", "yo te perdono en el nombre de..." es un acto egótico que presupone una postura de autoridad.



Creo que no es así como funciona. Al "herir" a otro, por ejemplo, (cosa que tampoco es real), solo me estoy hiriendo a mí mismo. En lo personal jamás me siento herido cuando alguien "me ofende", porque quien sufre con esa acción es la persona que la realiza, la que no tiene poder sobre mis emociones, por ende esa acción no tiene una reacción en mí y por lo tanto resbala.


Por lo anterior, tampoco tengo el poder de "perdonar" a esa persona, ya que no hay nada que perdonar. Lo habría si esa acción provocara una reacción en mí como un dolor, por ejemplo.

El poder sanador del perdón actúa cuando la persona SE PERDONA, así sana y si sana, cambia su conducta. Si lo meditan, la persona a la que se intentó "herir" no ha tenido ni una sola participación en estos hechos, solo actúa como espejo.

Todo ocurre desde el interior, desde la emoción que nos lleva a un determinado comportamiento.
Sé el ángel que vive en ti

El ser humano es emoción pura, positiva o negativa; son éstas las que nos llevan a un sentimiento y del sentimiento a la acción, que es la conducta que mostramos al mundo. De allí si alguien estimula una emoción negativa en mí, reacciono de manera violenta. Esto puede llegar a ser compulsivo.


Es por lo anterior que los humanos debemos preocuparnos de lo que sentimos y no de lo que sienten los demás. Cada uno representa un campo de crecimiento individual y personal, opinar o sugerir acciones a esos otros, es una falta de respeto.


Es por esto que la humanidad esta llamada a amar a los demás tal cual son, y esa, créanme, es la más difícil de todas las tareas, es cuestión de mirarnos en nuestro diario actuar. Por esto creo que es una de las mayores lecciones que nos depara esta experiencia de vida.

SOLO DE ESPINOS



Sin una emoción que respire,
no hay tinta en mis venas;
sin una emoción que palpite,
hasta mi vida me parece ajena...

Corro emborrachado entre los árboles
persiguiendo tu figura, tu frescura, tu dulzura;
y caigo en un abismo de colores
que son las paredes de mi mente,
donde rebota tu hermosura.

Una gota ha grabado la huella
marcando tu camino en el desierto;
mientras mi huerto se llena de espinos ,
espantando a las libélulas y a las hadas;
espino que es el dolor de mi duelo,
que te acompaña a la salida,
mostrándote la huella de tu camino en el desierto.

Sin una emoción que respire,
sin una emoción que palpite,
solo de espinos escribirán mis letras,
porque ya no hay tinta en mis venas,
solo huellas en el desierto.