¿Te has preguntado qué haces cuando
lees? ¿Para qué lees? ¿Qué es esta habilidad de ser capaz de
traducir signos y convertirlos en información? ¿Qué tipo de
herramienta es que tantos en la historia han querido controlarla?
¿Qué poder oculta? Responderemos estas interrogantes una a una,
para que al final, cuando descubras su poder, seas capaz de
aceptarlo.
Observa tu cuerpo desde fuera. ¿Cómo?
Simple. Siéntate a una mesa con un libro frente a ti. Cierra los
ojos e imagina que comienzas a salir de tu cuerpo como quien se saca
un traje y te alejas unos centímetros (el maravilloso poder de la
imaginación). Resulta curiosa la experiencia; como si hasta la misma
consciencia se desdoblara. Te ves allí con la cabeza sostenida por
las manos. Tus ojos están clavados en la lectura. Puedes imaginar de
qué trata el texto, al fin y al cabo fuiste tú quien lo instaló en
la mesa. Lentamente rodeas la mesa y te sientas frente a ti. Esto
suena curioso, pero cuando pones toda tu intensión en ello, entonces
resulta mágico.
Tu cuerpo, al que observas desde este
ser desdoblado, comienza a transparentarse cada vez más. Puedes ver
cada uno de los órganos. Vez como, en un compás danzante, el
corazón bombea incesantemente y la sangre avanza a tramos por tus
venas. Ves los bronquios, los pulmones y cada uno de los órganos que
reciben, “oleadas” de oxigeno como el mar bañando las arenas. Te
maravillas con la perfección de la naturaleza. Tu atención es
capturada por esos casi atemorizantes globos oculares que se mueven
vertiginosamente trabajando sobre los códigos impresos en las hojas
de ese libro que pusiste a la mesa. El funcionamiento del nervio y
los músculos que los sustentan es realmente fascinante. Es, de
pronto, como una película de ciencia ficción y te comienzas a
sentir, por momentos, como si fueras una extraterrestre, un ser
dotado de cualidades que jamás percibiste porque estabas dentro de
esta “máquina” extraordinaria.
Ves, cada vez más asombrado, que la
magia es mayor aún. Esa luz que penetra por aquellos lentes situados
en el extremo de los globos, viaja a una velocidad impresionante
hasta el cerebro. Cuando levantas la vista, la visión majestuosa
del cerebro inunda tu alma de emoción. El órgano brilla, pero con
un resplandor que jamás habías visto. No recuerdas semejante
luminosidad. Bueno, eso eres tú, trabajando, devorando información;
aprendiendo todo el universo de te rodea, con toda tu intención
puesta en ello. Pero ¡espera! Estás haciendo algo más, estás
conversando ¿Con quién?
Ahora conmigo; en la imagen que
observas mientras hacemos este ejercicio, con el autor del libro que
pusiste a la mesa. Conversamos, me escuchas atentamente,
probablemente hay cosas que no entiendas aquí, en el libro, en
otros, pero eres un ser brillante y tienes herramientas a tu alcance
que te ayudarán a dar con el significado, con las imágenes que tu
cerebro pueda comprender, para que entiendas lo que te estoy
diciendo, lo que otros te están diciendo, porque si no lo haces no
te moverás, no seguirás adelante, te quedarás atascado en esta
dimensión, en este segundo, para siempre.
Eso es lo que haces cuando lees,
escudriñas espacios de tiempos que no están en tu aquí y ahora, no
están en tu línea de tiempo ¿Para qué? Para evolucionar, para
atesorar conocimiento que me permitan perfeccionar cada vez más la
realidad. Si no logro comprender esas “conversaciones”, si no soy
capaz de reconocer a mi interlocutor escondido tras las páginas,
sólo retraso la evolución humana, nada más; con ello también la
de mi vida y la de los que vinieron a vivir la experiencia de la vida
muy cerquita de mí.
La lectura no es otra cosa que
descifrar signos, es transformar en imágenes aquellos gráficos que
creamos para cargarlos de información y así transferir nuestras
experiencias. La mente, en su capacidad semántica, no lee letra a
letra y decide el significado, sino que lo asocia a una imagen. La
palabra “papá” no es leída “p”, “a”, “p”, “a”
“tilde”, ah, “papá”. La sola mención de la imagen acústica
gatilla la imagen de “mi” padre en mi mente y así la de cada
uno, por lo tanto el código “papá” tendrá tantas
interpretaciones como personas la hayan escuchado. Es por eso que la
interpretación es personal y única, porque está relacionada con la
experiencia ¿Con qué objetivo? Con el de mi evolución, esa también
es personal. Es por eso que entendemos que la experiencia de vida es
única, aunque hay muchos que se empeñan que sea una copia de la de
ellos.
Si me paralizo frente a un texto porque
no lo puedo comprender, es porque la carga de hábitos no fue bien
realizada. Es imposible tal comprensión si no tengo a mi alcance
diccionarios o libros de definiciones o sus equivalentes en el mundo
digital. Es ser arrogante el pretender ser poseedor de un vocabulario
tan exquisitamente dotado que les haga prescindir de tales
herramientas. Es por esto que quienes tienen la maravilla de estar
rodeados de criaturas, adultos en procesos de formación, cuando
entren la fase de preguntar qué significa tal o cual cosa, no les
respondan verbalmente, alcancenles un diccionario, estarán creando
el mejor de los hábitos.
Si usaran esta habilidad en
profundidad, podrían navegar por nuestra increíble historia. En
muchos de sus pasajes se encontrarían con grupos queriendo controlar
lo que la humanidad “consumía” como lectura en épocas
pretéritas. Hay un libro maravilloso de Umberto Ecco, una novela
que fue magistralmente llevada al cine, con un soberbio Sean Connery
en el papel protagónico, “En el nombre de la rosa”, que retrata parte de esta historia de la humanidad. Hay tantas más, como la de Los
Valdenses, un pueblo perseguido por el vaticano hasta su extinción,
dado que ellos memorizaban los pasajes bíblicos para traspasarlos de
generación en generación. La iglesia no quería que los
creyentes leyeran La Biblia, porque dejarían de creer en la
institución. No era muy congruente lo que el libro narraba y el
comportamiento de sus supuestos representantes. Bueno eso es hasta el
día de hoy, aunque en estos tiempos, y desde hace mucho, la gente tiene
libre acceso a las Sagradas Escrituras, pero no tiene libre acceso a
la comprensión, la clave de la evolución y de su poder.
¿Logran comprender? En la medida que
controlo su desarrollo intelectual, los puedo manipular a mi antojo
porque así manejo su sistema de creencia, así funciona la comunicación persuasiva. Aquí toma mucho sentido
esto de “sólo la verdad os hará libres”. No los hace libre de
mi o de otros, los hace libre de lo que ustedes creen. Se pueden dar
cuenta que han estado viviendo atados a lo que otros, supuestamente creyeron (generalmente por miedo). y así desde nuestros ancestros, y de ellos a nuestros padres y de éstos a nosotros. Esos nudos sólo se
pueden desatar comparando, analizando, observando lo que yo
experimento y que puedo comprar con lo que otros han vivenciado y me
entero de ellos sólo a través de la lectura, del lenguaje.
Humberto Maturana dice: “El lenguaje
crea realidad”. El lenguaje es una conjunción se signos; estos
están cargado de información, todo lo que creo viene de los signos,
por lo tanto mi realidad es información. Ese es el poder. Si cambio
la información que sustenta mi sistema de creencias entonces puedo
cambiar mi realidad. Todo lo que es, es porque yo creo que puede ser,
por lo tanto lo puedo cambiar. Ahora, hay que responder ¿Cuánto
quiero cambiar esa realidad? ¿Están dispuestos a aceptar este
poder?
No hay comentarios:
Publicar un comentario