martes, 30 de octubre de 2012

ACOSTUMBRATE A LEER




¿Te has preguntado qué haces cuando lees? ¿Para qué lees? ¿Qué es esta habilidad de ser capaz de traducir signos y convertirlos en información? ¿Qué tipo de herramienta es que tantos en la historia han querido controlarla? ¿Qué poder oculta? Responderemos estas interrogantes una a una, para que al final, cuando descubras su poder, seas capaz de aceptarlo.

Observa tu cuerpo desde fuera. ¿Cómo? Simple. Siéntate a una mesa con un libro frente a ti. Cierra los ojos e imagina que comienzas a salir de tu cuerpo como quien se saca un traje y te alejas unos centímetros (el maravilloso poder de la imaginación). Resulta curiosa la experiencia; como si hasta la misma consciencia se desdoblara. Te ves allí con la cabeza sostenida por las manos. Tus ojos están clavados en la lectura. Puedes imaginar de qué trata el texto, al fin y al cabo fuiste tú quien lo instaló en la mesa. Lentamente rodeas la mesa y te sientas frente a ti. Esto suena curioso, pero cuando pones toda tu intensión en ello, entonces resulta mágico.

Tu cuerpo, al que observas desde este ser desdoblado, comienza a transparentarse cada vez más. Puedes ver cada uno de los órganos. Vez como, en un compás danzante, el corazón bombea incesantemente y la sangre avanza a tramos por tus venas. Ves los bronquios, los pulmones y cada uno de los órganos que reciben, “oleadas” de oxigeno como el mar bañando las arenas. Te maravillas con la perfección de la naturaleza. Tu atención es capturada por esos casi atemorizantes globos oculares que se mueven vertiginosamente trabajando sobre los códigos impresos en las hojas de ese libro que pusiste a la mesa. El funcionamiento del nervio y los músculos que los sustentan es realmente fascinante. Es, de pronto, como una película de ciencia ficción y te comienzas a sentir, por momentos, como si fueras una extraterrestre, un ser dotado de cualidades que jamás percibiste porque estabas dentro de esta “máquina” extraordinaria.



Ves, cada vez más asombrado, que la magia es mayor aún. Esa luz que penetra por aquellos lentes situados en el extremo de los globos, viaja a una velocidad impresionante hasta el cerebro. Cuando levantas la vista, la visión majestuosa del cerebro inunda tu alma de emoción. El órgano brilla, pero con un resplandor que jamás habías visto. No recuerdas semejante luminosidad. Bueno, eso eres tú, trabajando, devorando información; aprendiendo todo el universo de te rodea, con toda tu intención puesta en ello. Pero ¡espera! Estás haciendo algo más, estás conversando ¿Con quién?

Ahora conmigo; en la imagen que observas mientras hacemos este ejercicio, con el autor del libro que pusiste a la mesa. Conversamos, me escuchas atentamente, probablemente hay cosas que no entiendas aquí, en el libro, en otros, pero eres un ser brillante y tienes herramientas a tu alcance que te ayudarán a dar con el significado, con las imágenes que tu cerebro pueda comprender, para que entiendas lo que te estoy diciendo, lo que otros te están diciendo, porque si no lo haces no te moverás, no seguirás adelante, te quedarás atascado en esta dimensión, en este segundo, para siempre.

Eso es lo que haces cuando lees, escudriñas espacios de tiempos que no están en tu aquí y ahora, no están en tu línea de tiempo ¿Para qué? Para evolucionar, para atesorar conocimiento que me permitan perfeccionar cada vez más la realidad. Si no logro comprender esas “conversaciones”, si no soy capaz de reconocer a mi interlocutor escondido tras las páginas, sólo retraso la evolución humana, nada más; con ello también la de mi vida y la de los que vinieron a vivir la experiencia de la vida muy cerquita de mí.

La lectura no es otra cosa que descifrar signos, es transformar en imágenes aquellos gráficos que creamos para cargarlos de información y así transferir nuestras experiencias. La mente, en su capacidad semántica, no lee letra a letra y decide el significado, sino que lo asocia a una imagen. La palabra “papá” no es leída “p”, “a”, “p”, “a” “tilde”, ah, “papá”. La sola mención de la imagen acústica gatilla la imagen de “mi” padre en mi mente y así la de cada uno, por lo tanto el código “papá” tendrá tantas interpretaciones como personas la hayan escuchado. Es por eso que la interpretación es personal y única, porque está relacionada con la experiencia ¿Con qué objetivo? Con el de mi evolución, esa también es personal. Es por eso que entendemos que la experiencia de vida es única, aunque hay muchos que se empeñan que sea una copia de la de ellos.

Si me paralizo frente a un texto porque no lo puedo comprender, es porque la carga de hábitos no fue bien realizada. Es imposible tal comprensión si no tengo a mi alcance diccionarios o libros de definiciones o sus equivalentes en el mundo digital. Es ser arrogante el pretender ser poseedor de un vocabulario tan exquisitamente dotado que les haga prescindir de tales herramientas. Es por esto que quienes tienen la maravilla de estar rodeados de criaturas, adultos en procesos de formación, cuando entren la fase de preguntar qué significa tal o cual cosa, no les respondan verbalmente, alcancenles un diccionario, estarán creando el mejor de los hábitos.



Si usaran esta habilidad en profundidad, podrían navegar por nuestra increíble historia. En muchos de sus pasajes se encontrarían con grupos queriendo controlar lo que la humanidad “consumía” como lectura en épocas pretéritas. Hay un libro maravilloso de Umberto Ecco, una novela que fue magistralmente llevada al cine, con un soberbio Sean Connery en el papel protagónico, “En el nombre de la rosa”, que retrata parte de esta historia de la humanidad. Hay tantas más, como la de Los Valdenses, un pueblo perseguido por el vaticano hasta su extinción, dado que ellos memorizaban los pasajes bíblicos para traspasarlos de generación en generación. La iglesia no quería que los creyentes leyeran La Biblia, porque dejarían de creer en la institución. No era muy congruente lo que el libro narraba y el comportamiento de sus supuestos representantes. Bueno eso es hasta el día de hoy, aunque en estos tiempos, y desde hace mucho, la gente tiene libre acceso a las Sagradas Escrituras, pero no tiene libre acceso a la comprensión, la clave de la evolución y de su poder.




¿Logran comprender? En la medida que controlo su desarrollo intelectual, los puedo manipular a mi antojo porque así manejo su sistema de creencia, así funciona la comunicación persuasiva. Aquí toma mucho sentido esto de “sólo la verdad os hará libres”. No los hace libre de mi o de otros, los hace libre de lo que ustedes creen. Se pueden dar cuenta que han estado viviendo atados a lo que otros, supuestamente  creyeron (generalmente por miedo). y así desde nuestros ancestros, y de ellos a nuestros padres y de éstos a nosotros. Esos nudos sólo se pueden desatar comparando, analizando, observando lo que yo experimento y que puedo comprar con lo que otros han vivenciado y me entero de ellos sólo a través de la lectura, del lenguaje.



Humberto Maturana dice: “El lenguaje crea realidad”. El lenguaje es una conjunción se signos; estos están cargado de información, todo lo que creo viene de los signos, por lo tanto mi realidad es información. Ese es el poder. Si cambio la información que sustenta mi sistema de creencias entonces puedo cambiar mi realidad. Todo lo que es, es porque yo creo que puede ser, por lo tanto lo puedo cambiar. Ahora, hay que responder ¿Cuánto quiero cambiar esa realidad? ¿Están dispuestos a aceptar este poder?

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