jueves, 19 de diciembre de 2013

HAY QUE JUBILAR A NUESTROS QUERIDOS PROFESORES




Pocos recordarán el nombre de Mark Thackeray, pero sí el de Sidney Poitier, el actor negro que interpreta a este desempleado que encuentra trabajo como profesor. Una película de fines de los 60  “Al maestro con cariño” en Hispanoamérica. Es la típica película que nos deja como enseñanza la importancia del profesor en la vida de, en este caso, jóvenes adolescentes. Además nos regala una hermosa canción que por años sonó en los viejos aparatos de radio y que pueden recordar en https://www.youtube.com/watch?v=64xGM0o3Gcc .


En aquella época yo era un preadolescente, sin embargo lo que me cautivó fue el cambio metodológico que tuvo que realizar este profesor, al fracasar por todos los medios tradicionales de cautivar a su audiencia.

De allí en adelante, nos encontraremos en los listados de películas con cientos de cintas dedicadas al tema, algunas verdaderamente olvidables y otras muy memorables como la brillante película estadounidense dirigida por Peter Weir en 1989 con guion de Tom Schulman. Protagonizada por Robin Williams, que narra el encuentro de un profesor de literatura con un grupo de alumnos durante 1959. Quienes no conocen la trama, sería bueno que la vieran sobre todo en estos tiempos en que discutimos con tanta libertad sobre educación gratuita y de calidad, cuando en realidad ni siquiera entendemos el término educación.


Básicamente, la Academia Welton, donde se desarrolla la historia, como muchos establecimientos alrededor del mundo establecen sus estándares, los del film son: Tradición, Honor, Disciplina y Excelencia. Normas. Al fin y al cabo, normas que cada uno de los integrantes de estas instituciones deben cumplir al pie de la letra para no ser merecedores del deshonor, la deshonra y el castigo.

No puedo dejar de mencionar dos episodios que mi pequeña hija preadolescente me hizo vivir este año: uno fue cuando me llamaron a la oficina de la sub directora para darme cuenta de sus anotaciones negativas, de lo que pude deducir que mi hija es un ser muy sociable que da rienda suelta a esta habilidad frente a un sistema educativo tan aburrido y retrogrado, además de inútil ¿Nunca vieron el programa “Sé menos que un niño de quinto básico?. A la salida me comenta: “me sentí como Bart Simpson”, y yo le di las gracias, ya que por nada del mundo me gustaría que se sintiera como Lisa Simpson, ese engendro de la competividad que representa a nuestros más insanos sistemas socio-económicos hoy en quiebra en todo el planeta. La segunda vez fue por el reclamo de sus pantalones de buzos “apitillados”, frente a esto quise saber por qué y como respuesta: “Este no es un colegio para la moda, somos un colegio conservador”.

Normas que buscan ciertos estándares en nuestros niños olvidando algo elemental y esencial: ¡SON NIÑOS! Distintos unos de otros, con matrices emocionales diferentes, con habilidades claramente distintas, con ritmos, tiempos, cadencias extraordinarias que no caben en las normas, que no pueden ser educadas, porque no entran en un sistema que no es capaz de observar éstas habilidades. El sistema las quiere igualar y desde el cognitivismo convertirlos a todos en un solo “material” disponible y útil al “sistema financiero”.


Hay algo que en especial, llama de manera especial mi atención en el campo docente donde me desenvuelvo: el comentario casi generalizado de mis colegas, “estos cabros flojos de mierda, que no se interesan por nada y quieren que les regalen las notas”. Los adultos, primero, creemos que hemos sido adultos toda la vida ¿Curioso no?, y segundo, con todo respeto, somos unos imbéciles. ¿Cómo podemos pretender que lleguen a las aulas de formación profesional muchachos y muchachas con “hambre” de aprendizaje, sintiéndose brillantes, capaces, sin miedo ni temores cuando vienen “formados” por modelos deprimentes? La educación se basa en el aprendizaje significativo y el desarrollo de las habilidades blandas, todos aquellos ítems que nos encargamos de bloquear desde nuestra disfuncionalidad emocional, convertidos en seres lógicamente imperfectos y dispuestos a perpetuar dicha imperfección a través de los patrones de comportamiento de que esos pequeños humanitos se comienzan a copiar.


La mayoría de nuestros estudiantes vienen como la primera generación que se aproxima a la formación profesional. Ingresaron a la educación, desde un mundo donde, generalmente, el modelo paterno y materno eran seres gruñones, víctimas de un sistema que los esquilmaba, y muchas veces alcohólicos que solían maltratar a su familia y “entraban” a un sistema de educación donde nada de esto importaba, ya que quienes “los tomaban” a su cargo, eran seres gruñones, víctimas de un sistema que los esquilmaba y que, finalmente, también terminaban siendo maltratados. Maestros con cariño, sin duda, con amor, sin duda alguna, sólo que repitiendo patrones de conductas basados en normas obsoletas e inútiles.

Debemos hacer grandes cambios en la educación, pero primero debemos comprender de qué se trata. Grandes estudiosos de la materia han logrado avanzar sobre las teorías del aprendizaje cognitivo, conductista, psicológico y desde la percepción (Gestalt) y aún ¡en el tercer milenio queremos imponer la lógica imperfecta del adulto a pequeños seres emocionales que comprenden mejor el mundo que los propios adultos! ¡Ese es el gran cambio! Comenzar a observar a esos pequeños como nuestros grandes MAESTROS de vida y convertirnos en sus ENTRENADORES. Ser capaces de detectar sus habilidades individuales, personales, y conducirlos hacia la cima como seres valiosos que junto a la habilidad de los otros, colaboracionando, no compitiendo, ser capaces de crear un mundo más justo y equitativo.


Hay que jubilar a los QUERIDOS PROFESORES. El mundo cambia a cada segundo, el universo a cada milisegundo es distinto, es otro universo, los únicos que queremos que todo se mantenga que nada cambié somos LOS HUMANOS, simplemente porque tenemos miedo. Hay que jubilar a los QUERIDOS PROFESORES porque ya cumplieron su rol en una época en que fueron útiles y necesarios, pero ese tiempo ya no existe más. Hay que jubilar a los QUERIDOS PROFESORES, y lo digo con todo el respeto y amor del mundo y que esa jubilación se interprete como un CAMBIO. Debemos transmutar a nuestros QUERIDOS PROFESORES en ENTRENADORES o para que suene moderno: EN TRAINER, o si queremos ser más modernos aun: EN COACH. Ya el profesor no es útil a las necesidades del desarrollo de habilidades y competencia de nuestros preciados niños, nuestros GRANDES MAESTROS DE VIDA.


¿Pero qué entendemos por desarrollo de habilidades y competencias? ¿Qué entendemos por aprendizaje?


El aprendizaje, en definitiva, no es un ejercicio meramente cognitivo. Concebimos el mundo desde todas las regiones del ser, involucrando afectos, emociones, intenciones, etc. Desde ahí nos movemos en la realidad, la modelamos y la actuamos, lo cual hace del aprendizaje un dispositivo habilitador para actuar en el mundo. Este “saber actuar” es lo que concebimos como COMPETENCIA. Ese “saber actuar” es la que nos permite organizar y poner en práctica un conjunto de esquemas de percepción, de pensamiento, de evaluación y de acción, que sirven de base a inferencias, anticipaciones, transposiciones analógicas, generalizaciones, al cálculo de las probabilidades, al establecimiento de un diagnóstico, a partir de un conjunto de indicios, a la investigación de informaciones pertinentes, y a lo que es más importante NOS PERMITE TOMAR DECISIONES.


HAY QUE JUBILAR A NUESTROS QUERIDOS PROFESORES Y TRANSFORMAR EL CAMPO DE LA EDUCACIÓN EN UN CAMPO DE ENTRENAMIENTO QUE DESCUBRA Y NO DISCRIMINE POR HABILIDADES. PODEMOS REVOLUCIONAR LA EDUCACIÓN EN EL MUNDO Y ESTA REVOLUCIÓN NECESARIAMENTE PARTE POR TI.

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