Sentado en el balcón
de mi triste corazón,
con los pies colgando
como los de un chicuelo,
intentando recordar
la primera vez que me dijiste te amo,
y me estampaste un beso gordo
en la mejilla….
Una lágrima cae al vacío
y se estrella en el recuerdo
oculto por los años que he crecido,
que no me dejan alcanzar
ese momento de mi vida
que yo sólo quiero recordar,
tus ojitos de aceituna en los míos
diciéndome ¡cuánto te amo!
Miro mis zapatos desabrochados,
mis calcetines grises desvencijados,
mis piernas delgadas como cañuelas
Y mis pantalones cortos como mis años,
esperándote en el balcón
de mi corazón destrozado…
Hoy día comprendí,
sentado en aquel lugar,
que tus caricias y tus besos disfrazados
de retos y regaños,
eran porque querías
que atara mi cordones
para no andar a tropiezos en la vida,
pisando entre carbones encendidos
de un tren que me llevara por otra vía…
Sentado en el balcón
de mi triste corazón,
con los pies colgando
como los de un chicuelo,
veo mis cordones amarrados
y tu mano que me guía
tranquila por la vida,
porque supiste que entendí
que tus retos y regaños
no eran más que un montón
de corazones disfrazados
Sentado en aquel balcón,
hoy te puedo decir adiós,
porque sabes que tu niño ya ha crecido,
que usa pantalones largos,
que lleva abrochado sus cordones,
y que te puede acompañar a la salida,
feliz de haberte tenido como madre en esta vida.
Pero antes de partir,
déjame un beso gordo como el que me diste
El primer día.
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