Quiero una tarde de asado a la parrilla.
Quiero el olor del carbón impregnando mi ropa.
Quiero las gotas de sudor y el calor a la altura de la guata.
Quiero el jugo de la carne a punto chorreando por mis brazos.
Quiero los chistes fomes de mis amigos,
las moscas paradas en el pebre
y las risas descollantes que registran el ambiente
como una vieja cámara de cine.
Quiero respirar esa vida latente y maravillosa
anclada en mis emociones de infancia.
Quiero una tarde de asado a la parrilla
que me traiga de vuelta a mi madre en la distancia.
Mi madre tiene el olor, las risas,
el jugo chorreando, el pebre y el amor
de una tarde de asado a la parrilla.
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