Es de locos buscarte.
Es demencia querer encontrarte
entre letras antiguas,
enredadas en un espacio
que tampoco existe,
colgando en conversaciones fantasmas
como si me fueras a responder
desde ese mundo wasapeado
que inventamos para crearnos la ilusión
de que por un momento estamos más cerca,
esa ilusión que se escribe como iluso,
con color de demencia.
Y vuelven las esperanzas
como sueños de borracho perdido
en un universo que pintaste
con tus aromas y colores
que impregnaron las calles y la gente
de los lugares por donde transito.
Donde me parece distinguir tu pelo y tu fragancia.
Y entonces me vuelvo a enamorar.
Lo sé por mis latidos
y por la locura de estos ojos
que te buscan desesperados más allá del espacio
aún sabiendo que no estás,
con la mirada de una locura infante,
pero llena de brillo,
porque en la frescura del viento ve tu sonrisa,
y en la levedad de la brisa
las células reaccionan como la piel del niño,
que recuerda la suavidad de tus labios rozando los míos
en aquel mágico callejón donde me robaste el corazón.
Y hoy parezco un loco
buscándote en conversaciones fantasmas,
como si me fueras a responder
desde un espacio donde ya no estás.
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