jueves, 27 de noviembre de 2014

¿QUÉ ESTOY PENSANDO?

¿Qué estoy pensando? me pregunta mi estado de Facebook... Creo que lo que todos los chilenos. En las dietas parlamentarias, el sueldo de la presidenta y sus ministros y subsecretarios; el que menos gana no baja de los siete millones. Un reajuste de 6% les significa un aumento inmediato de 500 mil pesos. Hay miles de voces de indignados gritando, clamando al cielo, por tamaña injusticia ¿De qué sirve? me pregunto.De nada. Es la absoluta y más amarga de las verdades... ¡De nada!

Con un pueblo reactivo como el nuestro, que no participa ni en las reuniones del condominio para no involucrarse en las decisiones; ni en las reuniones de apoderados de sus hijos, y si lo hacen sólo quieren saber de sus notas y "ojalá no me comprometan a nada más que no tengo tiempo". Con un pueblo que no entiende que la política y el país lo construimos entre todos, es muy difícil que logremos cambiar esta situación.

Anoche, en una nota de canal 13 al respecto, una abogada, experta constitucionalista decía que es muy justo el sueldo de nuestras autoridades políticas y merecido es su reajuste, dado que en esos puestos deben estar los mejores del mercado, los más capaces, los con más competencias. Creo que podría estar de acuerdo con ella si tuviésemos una salud pública ejemplar, una locomoción pública ideal, una educación de calidad, sueldos justos y equitativos, leyes solidarias para los desposeídos, discapacitados y de protección a las familias con pacientes de enfermedades catastróficas. Si esa fuera la realidad de mi país estaría totalmente de acuerdo con ella.

Pero todos sabemos que la realidad es muy diferente a eso. En este momento, mientras escribo, sé que hay mujeres, niños y hombres, llorando de impotencia porque no tienen con qué comprar un pedazo de pan para echarse a la boca; por la incertidumbre de no saber si tendrán un lugar para dormir mañana. Jóvenes que tienen que delinquir o prostituirse para poder "agarrar" algo de ese mundo perfecto que vive nuestra clase política. Casas perfectas, colegios perfectos, hijos con trabajo asegurado, barrios perfectos, sueldos maravillosamente perfectos, choferes y empleadas perfectas, jardineros perfectos, sólo pueden producir políticos imperfectos. Y resuena en mi mente, de manera incesante, la respuesta que dio Michelle Bachelet al ataque de Evelyn Matthei: "Yo sólo estoy trabajando para mejorar la calidad de vida de mis compatriotas", y entonces me parece el más feo de los chistes, el más triste y amargo de los chistes.

Entonces me gustaría preguntarle a aquella abogada, de la que no retuve su nombre pero que representa a todos y cada uno de los que piensan que nuestras autoridades políticas deben ganar esas sumas millonarias, porque esos cargos son para "los mejores del mercado", si ante nuestra realidad ¿sigue pensando que estos políticos son los más idóneos? Creo que la respuesta la conoce muy bien el país entero. Propongo entonces, que contratemos para esos puestos a empleados por el sueldo mínimo, porque me imagino que para tener el desastre de injusticia social, sistemas públicos incompetentes e insuficientes (salud, educación y transporte); para tener organismos que nos esquilman de manera reiterada día a día hasta que se vuelve un hábito (Isapres, AFP, Cías Aseguradoras, Instituciones bancarias), no necesitamos pagar millonarios sueldos. No necesitamos vivir la humillación, nuestro pueblo no la merece, de ver cómo se reajustan sus sueldos sin un ápice de vergüenza, de ver cómo se agregan millones para gastos de representación, mientras se "agarran de las mechas" para subir míseros cinco mil pesos al sueldo mínimo del chileno que sí trabaja.

En este instante hay miles de voces de indignados gritando, clamando al cielo, por tamaña injusticia, donde la mía es una más, pero ¿De qué sirve? me pregunto.De nada. Es la absoluta y más amarga de las verdades... ¡De nada! Mientras no nos planifiquemos y organicemos como pueblo educado en política, como intelectuales de la democracia, que veamos más allá de nuestra propia nariz; que seamos capaces de poner a la sociedad antes que nuestros propios intereses, no lograremos salir de este "torbellino" que nos arrastra, más rápido de lo que creemos, a una nueva crisis social, como tantas otras vividas en nuestra historia. 

Cuando los capitales se hayan marchado, cuando el cobre (el poco que quede) vuelva a valer sólo centavos y en el mar ya no queden peces, entonces seremos un pueblo desesperado, enardecido, amargado y no tendremos más armas que la violencia para robarle la comida al vecino. Pero ¿se imaginan quiénes no participarán de este escenario? ¡Exacto! Nuestra clase política. Ellos habrán volado con los capitales, porque ese es su mundo, ese mundo perfecto, desde donde tratan (o hacen como que tratan) de arreglar el nuestro, el de los chilenos de clase media y baja, que de estar tan pegados "mirándonos el ombligo" nos nos damos cuenta de cómo nos roban nuestra casa.

Les invito a reflexionar sobre este tema. En este link hay una serie de cosas interesantes que les pueden ayudar en esa reflexión http://eldesconcierto.cl/fuerte-rechazo-ciudadano-parlamentarios-tras-votacion-de-reajuste-los-salarios/

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