Me pierdo en el espacio negro de tu pupila;
caigo por tu cascada de gemidos
hasta el punto exacto donde explotas
a la hora de amarte;
y me enredo en la maraña de tu pelo desordenado,
erizado, perfumado, de sexo trasnochado
y entonces te veo, y me enamoras.
Me sumerjo entre entre la pasión
que se desliza por las sábanas y tu piel dorada;
y navego por tus ríos, por tus mares,
por tus gemidos y tus suspiros
y entonces te veo, y me enamoras.
Nos observan los árboles
detrás de la ventana, y nos cantan los grillos,
que viajan en el viento de verano
que se asoma a nuestra cama
cubriendo de sedas e incienso
nuestros cuerpos que se aman,
y entonces te veo y me enamoras.
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