miércoles, 26 de diciembre de 2012

¿QUIEREN CAMBIAR SU REALIDAD?




¿Qué es el Sistema de Creencias? ¿Cómo se origina? ¿Qué función cumple? Podemos explicarlo con peras y manzanas y al final les dará exactamente lo mismo. Parte de esto es su función. Creo y a partir de allí vivo. Creo, con sus dos referentes: de creer y crear. Esta es su función; adquiero todo lo que creo de mi entorno, de mis adultos significantes; tomo de ellos todo lo que “creen” y “sienten” de la vida, más mis experiencias y establezco mi sistema de creencias. En otras palabras: se originan de la observación directa, la experiencia y el contacto personal, las que puedo describir y por todo lo que me informan otras personas, sus supuestos, sus mitos sociales. ¿Cuándo ocurre este proceso? En nuestra más tierna infancia y luego, dado los procesos de aprendizaje, envío TODA la información a mi mente inconsciente desde donde comienzo a actuar automáticamente. ¿Pero qué pasas si mis creencias me condenan al sufrimiento permanente? ¿Lo podré cambiar por uno menos nocivo? Un árbol me enseñó cómo, y ésta es la historia.



En mi proceso de crecimiento personal, atravesé por un par de experiencias que en su momento no pude comprender, hoy gracias a un árbol lo tengo muy claro. La primera de ellas fue el 2004. Un amigo estaba titulándose de Reiki 2 y me ofreció una sesión gratis, la que obviamente acepté. No tenía ninguna experiencia previa en el tema entonces me entregué a sus indicaciones. Lo que “vi” en el estado de meditación profunda en la que entré, no la pudo explicar el terapeuta. En ese estado más el olor del incienso y los sonidos de la naturaleza que inundaban la habitación desde el reproductor de CD, me llevaron a tener ciertas visiones. En ellas podía ver cómo un sinfín de imágenes de yeso se estrellaban contra el piso y se reventaban en mil pedazos. Eran representaciones de todo tipo: religiosas, económicas, políticas, todas estrellándose contra el piso.



Luego se cruzó en mi camino una terapeuta holística venida de Holanda, Guillemette Köning, con quien viví mi segunda experiencia. Luego de una meditación guiada a mi templo interior, el que estaba en deplorable estado, me paré en medio de mi llama Trina, que es un fuego que representa las tres fuerzas principales de nuestro Ser. Estaba allí suspendido sobre esta llama y mi cuerpo comenzaba a descascararse dejando paso a un cuerpo brillante, dorado. Esas dos imágenes me acompañaron por años sin que me significaran nada más que parte del proceso de crecimiento personal que había iniciado. Hasta un par de primaveras atrás, subiendo mi amado Cerro San Cristóbal, meditando precisamente sobre los sistemas de creencias y cómo estos, poderosos y de fuertes raíces, generan nuestros pensamientos, estos nuestras emociones y sentimientos, TODO a partir de lo que creo. Remover esas creencias nos parece, a la mayoría, algo TOTALMENTE imposible. EL ÁRBOL ME ENSEÑO LO CONTRARIO.




En una de las vueltas subiendo el cerro, me encontré con un árbol el que me pareció increíble por la rectitud de su tronco, por lo liso y blanco de su corteza. Cada vez que pasaba por allí pasaba a saludarlo con reverencia por lo que significaba para mi. Pasó el verano, luego el otoño y en invierno mi árbol ya no era tan blanco, su corteza se tornó café claro, casi rojizo; había muchos nombres y cosas escritas en ella. El aprendizaje sobre lo fácil que es cambiar el sistema de creencias no vendría sino hasta el próximo verano.



Uno debe comprender que algo que cree le puede provocar emociones y sentimientos que les pueden causar una grave enfermedad la que puede ser fatal. Un marido celoso es capaz de cometer un crimen por el sentido de pertenencia que tiene sobre su esposa y de lo que él cree que le hacen a él, cuando en realidad se lo hacen a ella. Esto que parce un chiste ocasional, es una verdad. En África, en un poblado cuyo nombre no me acuerdo, el hombre cuya mujer es la más deseada y poseída por los hombres de la tribu, él es el más honrado. ¿Qué es lo que hace estas dos historias muy diferentes? El sistema de creencias. La respuesta será tan fácil como: deja de creer. Si te anclas a decir: “así soy yo y nadie me va a cambiar”, estás decidiendo nunca cambiar tu corteza, que es lo que no hace mi estimado árbol.






A veces, cuando decido no cambiar esas “cortezas” que forman mi sistema de creencia, éstas nos deforman físicamente, porque sentimos su peso. Se pueden manifestar en obesidad, alcoholismo, drogadicción, o cualquier figura que, conscientemente, ustedes saben que no les producen satisfacción. Lo que el árbol me enseñó fue eso. Es fácil deshacerse de esas creencias nocivas. Lo puedo hacer cada temporada: cambiar la corteza. Todo lo que estaba escrito en ellas desaparece y tengo una nueva mente para escribir en ella lo que me hace sentir bien, sano, recto, como mi árbol. ¿Quieren cambiar su realidad? Cambien su Sistema de Creencias, cambien su “corteza” cada vez que lo necesiten, es fácil, como me lo enseñó un árbol que crece recto, sin peso y que se reescribe cada año; este verano escribiré mi nombre en él y ya sé que para el próximo no estará allí.



martes, 25 de diciembre de 2012

NATIVIDAD



Navidad, natividad, nacimiento al fin. ¿Qué celebramos en realidad? Que un flaco, bueno para trabajar la madera, se dice que nació hace aproximadamente 2012 años ya, y que algunos lo creen hijo de dios y de una mujer virgen. Bueno, este cuento es muy común a todas las religiones de la antigüedad. Creo que lo importante para mí no es lo que se celebra sino lo que nace. Él nació y nos trajo un concepto, una mirada de la vida y del ser humano distinta hasta la entonces conocida. Su mensaje ha permanecido sin ser comprendido por aproximados 2012 años. Una institución lo manejó para gobernar desde su interés por el poder y el dinero. Ya hace 2012 años nos dijo: "El reino de Dios está aquí". Y aún no nos damos cuenta. El "aquí" es en nuestro ser. Tenemos el poder de crear y ese es el tal dios actuando en nosotros. Si lo que creamos es positivo es nuestra luz, si es negativo: nuestra oscuridad, también representada como Satanás. También este flaco buena onda, que nos mostró un camino, que nos entregó un modelo, también nos dijo: "Tendréis que nacer de nuevo" y eso es lo que yo celebro, el haber nacido de nuevo, el haber podido cambiar los patrones de creencias y entender que el trabajo en este mundo es hacer nacer dentro de ti a dios o como quieran llamarlo; es hacer nacer dentro de ti a la buena persona que quieres ser; hacer nacer el amor que iluminará tu miedo de vivir y sentarte junto a tu familia y observarla con cariño porque te permitieron ser;  con mentiras, con engaños, con malas interpretaciones... no importa, porque todo fue con amor.
Sorprendo a mi pequeña llorando en su pieza, ¿el motivo? su madre. Ella debió llamarse "Mary Crismas". Ama todo lo que tenga que ver con el cuento del pascuero y aún invita a su hija a buscarlo en la oscuridad del cielo. Mi niña lloraba y me decía: "dile que la corte, ya me mintieron por muchos años y aun sigue". Tomé su carita, sequé sus lágrimas y le dije: "Fue por amor". De alguna manera le tememos tanto a esta vida que nos pintan como una cosa horrorosa de ser vivida que fantaseamos y creamos historias que se acerquen a esa caridad y a ese amor que no somos capaces de ver en nuestros propios corazones y entonces "los dibujamos" allá afuera donde buscamos todo lo que debiéramos buscar "adentro", en nuestro místico corazón. Todo esto nos lo enseñó ese flaco entretenido, bueno para los amigos, para el vino y que dicen que se llamaba Jesús y que por sobre toda las cosas, amaba a todos y era capaz de sentir que él era el camino y la vida, algo que aún la humanidad no ha entendido. Cada uno es el camino y la vida. Nadie jamás podrá caminar en las plantas de mis pies, sólo yo; por lo tanto mi camino lo hago yo; y soy la vida. La vida no es algo que pasa allá afuera, como una institución con la que tengo que estar agradecido, no. La vida soy yo y existe mientras yo existo. Él trató de explicárselo a la humanidad hace mucho rato, pero como tantas otras cosas no lo entendimos. ¿Se comprende un poco más la expresión hasta que Cristo nazca en ti?  Entonces celebra con todo el corazón esa natividad, cuando te sientes a la mesa con tu familia y les mires a cada uno de ellos a los ojos y los ames profundamente tal cual son.


En el living de nuestro departamento tenemos un árbol sin ninguna figura, sólo bolas lilas que representan a mi hija y bolas azules que me representan a mi, por nuestros colores favoritos; y el árbol representa a la humanidad; cada noche nos paramos frente a él y con nuestras manos en el corazón aceptamos a la humanidad tal cual es: con sus miedos, sus cuentos, sus amores temerosos, su codicia, su bondad, su maldad. Respetamos la realidad que cada uno ha creado para sí mismo. Entonces celebramos la "navidad" en nosotros mismo, ese modelo que nos enseñó ese flacuchento que se me imagina debió ser re simpático.

viernes, 21 de diciembre de 2012

FIN DEL MUNDO



Tiempo de reflexión: 

Lo interesante de todas las discusiones que duraron meses sobre el fin del mundo, es que nos deja una gran enseñanza que de ser analizada permitirá el cambio de Era: LA FUERZA DE LOS CUENTOS, EL PODER CREADOR DEL LENGUAJE. Es tiempo de hacernos cargo de TODO lo que hemos promovido en el mundo desde la ignorancia, desde el miedo. 


Bien dice el comercial de una compañía telefónica: ¡Basta que te metan el p... en el ojo! ¡Sácatelo! y eso con todas las historias que nos hemos inventado para vivir de fantasías apartado de la realidad. 


Pueden ir pensando en hacer un "lulo" con las velitas, las linternas, los bidones de agua, las latas de conservas y aprovechen de meter en el mismo "lulito" al viejito pascuero, al del saco, a la virgen, al cielo y al infierno ¡¡¡¡¡¡ POR FAVOR !!!!!!! Y de una buena vez comencemos a VIVIR dejando atrás la codicia que despierta el miedo y comencemos a construir una realidad que se sustente en el amor y en la justicia.

domingo, 16 de diciembre de 2012

EL PISTOLERO DE NEWTOWN



El pistolero de Newtown, mató a su padre y luego a su madre disparandole un tiro en la cara, de alguna manera quería borrar su imagen de su mente desequilibrada; las demás víctimas son circunstanciales, fortuitas, que alcanzaron a ser rozadas por su odio; el dolor de sus familias es entendible, pero están lejos del verdadero drama. 



Sus primeros objetivos: sus padres. Me pregunto ¿estamos consciente
s los padres del odio que podemos hacer crecer en nuestros hijos? Este es el verdadero drama. ¿Algunas vez se les ha ocurrido pensar que todos los femicidios no son otra cosa que el reflejo inconsciente del odio que las madres hacen crecer en sus hijos? Queremos detener la violencia del hombre contra la mujer, lo que debemos detener primero es la violencia de la madre contra el hijo. 









Es tiempo de hacernos cargo de lo que estamos transmitiendo, del mensaje que les estamos entregando a nuestros hijos. Ellos ven, conocen, observan y analizan la vida de acuerdo a como NOSOTROS nos comportamos en ella, y así creerán que es para el resto de sus vidas. Adam, el pistolero de Coneccticut, no heredó de la "nada" sus problemas de relacionarse socialmente y su amor por las armas, su madre tuvo que ver en ello.

martes, 4 de diciembre de 2012

DESEOS




El calor era agobiante. El ventilador era una sucia trampa que sólo hacía circular el aire viciado de aquel viejo restaurante. Recién pasaban de las 2 de la tarde y la cerveza aplacaba sólo por segundos esa incesante ola de calor que me aturdía mientras trataba, inútilmente, de distraer mi conciencia en los dramas de los famosillos de los que me contaba el matutino de la jornada. 



En la mesa de atrás dos adultos mayores, de esos que arrastran consigo la decrepitud de la tercera edad, de esos que se han gastado la existencia entre los gozos de la buena mesa muy bien representados en sus figuras regordetas enmarcadas en calvas ornamentadas de pelo blanco, y voces carrasposas de cuerdas vocales maltratadas por el reflujo de sus jugos gástricos. 



Atrajo mi atención la frase de uno de ellos: “es una lolita”. Miré en dirección al objeto de sus comentarios, el objeto de sus deseos. En la esquina, junto a sus padres, una bella adolescente de no más de quince años. Calzaba un short muy bien denominado “Hot pants”, pantalones calientes, que enmarcaban sus curvas ajustadas por una polera que la hacía lucir más sensual aún. Mis vecinos en el restaurante expresaban sus deseos ante la imagen que la bella joven despertaba. El otro comensal agregaba: “está para acriminarse”. Está instalado el sentido de “crimen” para esos deseos “inapropiados”. Comencé a elucubrar: ¿Se apaga el deseo conforme avanzamos a la decrepitud de la ancianidad? ¿Deberían estos “viejos asqueroso” ocultar, reprimir esos deseos? Comienzo a mirar a los ancianos con desconfianza. Yo seré anciano y deberé lidiar con mis deseos también y lo comprendo más claramente cuando el mozo trae a mi mesa el pedido: un jugoso lomo cocido a punto acompañado de una ensalada surtida y ahí descubro que estoy rindiendome gustoso a uno de mis deseos.




Es el deseo el que nos mueve por la vida. Debo, necesariamente, desear para moverme. El trabajo, ya sea ese duro, de esfuerzo, asfixiante o aquel placentero que nos permite desarrollarnos, tienen como propósito generar un bienestar económico que me permita satisfacer mis deseos, por lo tanto estos serán responsables de mi emociones, tanto de las negativas provocadas por la frustración de no cumplir el deseo o las positivas del deseo cumplido. ¿Cuándo un deseo se vuelve impropio? ¿quién lo decide? ¿Es malo que un par de señores de más de sesenta años deseen a una lolita? ¿Es malo que la deseen o que lo expresen? Estas cavilaciones me fueron apagando el deseo de devorarme ese jugoso lomo.



Mi hija es una lolita de 11 años y ya es objeto del deseo de algunos que se cruzan con ella por la calle. Sólo cuando miran su carita, se percatan que esas tremendas "piernotas" son de una niña aún. Así lo conversamos el pasado sábado cuando un par de sujetos la miraron de manera lujuriosa. Esa será su rutina de vida, ser deseada. Todos deseamos ser deseados, es la manera en que nos validamos. Pero ¿cuándo nos surge el juicio de “viejo asqueroso”? Cuando me “educan” desde muy pequeño a cuidar mis modales, mi manera de vestir, de mirar, etc. para no despertar los “malos” deseos de los otros. Es en ese instante cuando se “carga”, semánticamente, el valor negativo de los deseos, con los que enjuiciaré no sólo los ajenos si no también los personales. ¿Cuál es el objeto de mis deseos y por qué? Es largo el proceso donde vivo deseando lo que mi padre, madre y parientes deseaban cuando me estaba educando de ellos, o sea copiandolos en mi interior durante mi niñez. Por lo tanto voy a mirar a la mujer como objeto de mis deseos porque mi padre las miraba así y eso lo aprendí en las revistas que “fondeaba” en su velador hasta donde me llevó mi curiosidad, la que era mayor cada vez que ellos trataban de ocultarme la vida. Mi pequeña desde los nueve años que sabe que el deseo sexual es esencial  para la vida, pero que ella debe ocuparse en desarrollar sus deseos no el de los demás. Sabe también que siempre será deseada, de la manera que lo sea no es de su imcumbencia; sabe que no podemos hacernos cargo de un otro, sólo de nosotros mismos. 




Entonces, giro mi silla y miro directamente a aquellos señores que compartían su vida conmigo en aquel viejo restaurante y busco sus ojos y veo en ellos a sus padres, a sus abuelos, a sus tíos y a todos los que de una u otra manera ayudaron a dar forma a sus deseos. Es bueno preguntarse: y yo ¿qué deseo?, porque hay alguien muy cerquita mío que está aprendiendo a desear lo mismo y no hay que olvidar que basta poner la intención para que esos deseos se conviertan en realidad.


domingo, 2 de diciembre de 2012

PADRES



¿Eres una persona equilibrada? ¿Eres pacífico y resuelves tus conflictos desde el amor? ¿Eres emocionalmente funcional? ¿Desarrollaste tus habilidades para saber responder frente a los problemas? ¿Respetas a tus padres y les das el lugar que les corresponde? ¿Resuelves desde el hacerte cargo de las consecuencias de tus decisiones? Entonces no sufras pensando en qué va a ser de tus hijos, sin duda tienen un excelente modelo que copiar; si no respondes a estas interrogantes de manera positiva, entonces ocúpate en mejorar el modelo, es decir: perfeccionate ahora!!!

miércoles, 21 de noviembre de 2012

MUÑECA




Yo, ya estaba entrado en años como dicen las señoras, y casi no salía de mi departamento que quedaba junto al cerro, los árboles, los perros y los pájaros que me despertaban muy temprano por la mañana. Era primavera cuando inicié el romance más particular de mi vida. Era un hombre muy solo para ese entonces; mis hijos tenían sus vidas y mis ex esposas sus propias familias. No era de muchas visitas y en mi condición de retirado solía pasar el tiempo sentado frente a mi notebook contando pasajes de mi vida camuflados de novela. En eso estaba cuando me fui a la cama muy de madrugada (es muy cierto esto de mientras más viejo menos duermes. Si entendemos el sueño como un espacio reparador, a estos años no hay mucho que reparar); era una noche particularmente calurosa, estábamos muy cerca del periodo estival que se anunciaba con altas temperaturas. Dejé el ventanal del dormitorio abierto de par en par y me entregué a mis sueños que solían contarme más historias. No había sonado el despertador que generalmente chicharreaba sobre mi velador a eso de las siete de la mañana, cuando de pronto el trinar de las aves se había trasladado al interior de mi cabeza. Medio abrí los ojos y para mi sorpresa una bella pajarita multicolor cantaba parada al borde del respaldo de mi cama; me moví sigilosamente para ubicarme en una posición que me permitiera una mejor visión de aquel hermoso espectáculo que en su despedida me regalaba la primavera, un segundo más torciendo el cuello y de seguro me venía una tortícolis de esas, a estos años los músculos están un poquito flojos. Ella no se inmutó y siguió cantando, parecía no tener miedo. No sé cuánto tiempo transcurrió, pero las sombras habían avanzado rápidamente en la habitación para cuando volví a la realidad. Me levanté de la cama lo más rápido que pude para ver si así ella alzaba el vuelo, pero no, permaneció allí como observando cada uno de mis movimientos. Salí del dormitorio y me fui a la cocina a preparar un té cuando tomé conciencia de la hora: ya era mediodía. Había pasado tumbado en la cama, maravillado con la pajarita y con su canto casi cinco horas de mi ya escaso tiempo. 



Dispuse de las cosas que tenía que hacer aquel día; entré al baño con la mente en orden y una hora después estaba inmerso en la ciudad, bulliciosa, con menos smog en esta época del año, atiborrada de gente y de autos que transitaban a mi alrededor a una velocidad inalcanzable. Regresé casi al anochecer; pajarita ya no estaba en mi habitación, la ventana continuaba abierta de par en par, recordé con emoción aquel regalo matutino de la naturaleza. Me senté en el comedor y encendí mi computador y comencé a reconectarme con los personajes de una historia que se contaba sola cada día al anochecer. Giré la cabeza velozmente en dirección a mi habitación, el sonido de un aleteo llamó mi atención, pero estaba ya en sintonía con la escritura por lo que no quise levantarme. Casi no me sorprendió cuando al cabo de un rato, Pajarita se posó sobre mi hombro como investigando sobre qué escribía tan afanosamente; me imaginé a un pirata con su loro y sonreí; ya no estaría solo, por lo menos por un tiempo. La ventana no volvió a cerrarse ni siquiera en las noches más frías del otoño, ni siquiera cuando nos golpeó el invierno. Recuerdo que me era grato acostarme abrigado hasta la punta de la nariz y sentir esa brisa helada en mis mejillas, tenía la sensación que la sangre se agitaba en mi cuerpo provocando un inmenso placer. Mis hijas, que venían de cuando en cuando, lo primero que preguntaban era por “Pajarita”, la bauticé definitivamente así, aunque no sabía reconocer el sexo en las aves. Una nueva primavera se acercaba y allí continuaba mi compañera cantando y escudriñando cada anochecer, parada sobre mi hombro, lo que yo escribía en el computador; (pienso en ello y apoyo mis brazos en la mesa pensando en que la extraño y que me encantaría que estuviese leyendo estas letras; siempre creí que ella leía, que sabía las historias que yo escribía; no sé si habrá sido así, pero yo lo creía). Con sorpresa una mañana despierto y en el rincón, junto a la ventana, Pajarita trabajaba afanada con un montón de ramas y hojas que había estado trasladando desde antes de despuntar el alba. Me resultaba incómodo rodear la cama por lo que tuve que cambiar mis hábitos y acostarme ahora en el lado derecho, todo para no entorpecer el trabajo de Pajarita. Muy pronto acabó su obra: un nido. No imaginé que ello era indicios de nuevas aventuras. Pajarita pasaba todo el tiempo en el nido. Una mañana en que ella había salido a alimentarse con una sabrosa lombriz, me acerqué al nido y me emocioné al ver esos dos pequeños huevecitos: ¡Pajarita sería mamá! Son bulliciosos estos pajaritos. Una mañana me despertó un alboroto en el nido, Pajarita estaba desechando un huevo del nido, uno que no prosperó, mientras desde el interior se escuchaba un tímido piar. Desde aquel día, cada mañana muy temprano, Pajarita dejaba el nido en busca de comida que traía a su bebé. Incansables jornadas de un viaje tras otro; tenía la sensación que Pajarita, desesperada, iba y volvía para callar a “Muñeca” como la bauticé. Podría haber sido Muñeco, pero prefiero las hembras. Así se fue haciendo cada vez más fuerte, hasta que una mañana Pajarita no regresó. 



Estuve muchas horas parado junto a la ventana, esperando que volviera, hasta que el constante reclamo de Muñeca me obligó a tomar una decisión: iría a comprar gusanos y yo la alimentaría. Al principio se los daba cortaditos, pero a no mucho andar ya se los tragaba enteros. Pasé muchos días parado junto a esa ventana, con la ilusión de verla regresar, pero Pajarita jamás volvió. Muñeca era como un perrito, caminaba detrás mio todo el día, a lo más solía saltar a mis rodillas, yo quería verla revolotear por el departamento en vuelo cortos, pero Muñeca no sabía volar y no tenía quien le enseñara. Esto me confundió. El gran pánico de mi vida era a las alturas. El vértigo me había jugado malas bromas en mi vida desde muy niño. No me imaginaba subiendo hasta la azotea de mi edificio para tratar de enseñar a Muñeca a volar, tampoco sabía si esto serviría. Casi no dormía pensando en ello. Me sentía responsable y debía cambiar el curso de acción. Esa noche soñé que volaba y que era mi deber aprender, como si para salir de esta vida debía hacerlo volando. Fue un sueño extraño aquel, pero al día siguiente llamé a un amigo piloto y le pedí que me orientara, quería aprender a volar, pero no en avión, cosa que siempre temí, quería aprender a volar en Alas Delta, lo más parecido a un pájaro: tenía a una “hija” que educar para que emprendiera el vuelo y seguir así con su vida, no podía atarla a un departamento y a mi vida. Comencé el entrenamiento en los cerros de Huechuraba. Debo reconocer que las primeras lecciones fueron horrorosas, llenas de pánico, hasta que me enamoré del viento y de la libertad. Saltar al vacío era cada vez más placentero. Comencé a llevar a Muñeca conmigo. Ella, al principio se escondía en mi cuello, cerca de mi casco. Poco a poco comenzó a sentir el viento en sus alas. No fue de inmediato, pero al cabo de unos día vi cómo se deslizaba de mi hombro hasta los brazos, dejando que el viento le abriera libremente sus alas, creo que ese fue el momento en que la sintió y jamás la dejaría ir: la libertad. Fue cuestión de horas para que se lanzara al vacío y se remontara por los aires como una hermosa ave, una maravillosa ave que fue y volvió un par de veces sobre mi hasta que desapareció. ¡Lo había conseguido! Nuevamente había enseñado a un hijo a “volar”, pero lo más extraordinario de todo es que esta vez ella me lo había enseñado a mí. 



Nunca más volví a los cerros de Huechuraba; nunca más volví a salir del departamento, creo que el esfuerzo de aprender a volar a mi edad había terminado con la última energía de mis huesos. No sé cuánto tiempo pasó, pero sentí que fue eterno. Mucho de aquel tiempo lo pasé en la ventana, esperando por si Muñeca alguna vez volvía. Estaba cansado. Esa noche volví a soñar que volaba. En la mañana sentí un canto, como el de Muñeca, sobre el respaldo de mi cama; giré mi cuello como pude y allí estaba, no era Muñeca pero de seguro era una de sus descendientes, lo supe por esa particular pluma manchada que tenía Pajarita y también Muñeca, pero en distintas zonas de su cuerpo. Ésta la tenía en el ala, la podía ver bien, sabía que no lo estaba imaginando; mis ojos se cerraban, estaba muy cansado y a los pocos segundos entró otra ave y luego otra, ahora habían tres, todas con la pluma manchada. Comencé a preguntarme cómo habrán sabido que ese departamento fue de sus parientes, estaba en eso cuando comienzan a cantar, bellamente, celestialmente, y yo comencé a cerrar mis ojos, esta vez lo hice con mucha confianza, Muñeca me había enseñado a volar. Cerré los ojos por última vez y volé.


viernes, 16 de noviembre de 2012

AL PRINCIPIO TODO ERA PERFECTO



El doctor, con la criatura en sus manos, le dice a los padres: "Es una linda mujercita" o bien, "Es un robusto varón", hasta ahí, en el comienzo, todo es perfecto. Todo lo que recibe a esa criatura es lo que lo irá moldeando para convertirse en el ser que jugará este maravilloso juego llamado vida. Cuando digo "todo lo que recibe", no exagero cuando digo "todo". Hasta las partículas de polvo en la sala de parto tendrán algo que ver en la vida de ese ser.

Hoy estamos siendo golpeados una vez más por el dolor de saber que entre nosotros, desde las sombras, operaba una red de torcedores de conciencia: pedófilos. Ellos, como tantos, han sido torcidos en sus conciencias, trastocando sus placeres, sus gratificaciones y viven una vida de tortura, luchando contra todo un sistema para poder satisfacer esos placeres y gratificaciones torcidas.



Hay que terminar con esa tortura. Hay que terminar con aquellas vidas. Esto sin odio y sin rencor, sólo con el amor que nos inspira la vida inconsciente en formación de los nuevos seres y también por el amor compasivo que nos inspira la vida tortuosa de aquellos torcidos de conciencia que llamamos pedófilos.

Hay muchos que se espantan frente a semejante ideas y se entiende: son defensores de la vida. Yo también lo soy, por lo mismo no me espanto.



Me cuesta entender que quienes llamándose cristianos no sigan a su líder en esta cuestión. Cristo lo dijo de manera clara: que él pondría una soga al cuello de los pedófilos, con una piedra de molino, de esas que se usaban en aquella época y aún hoy para moler los granos, las que pesan unos 800 kilos, y los tiraría al mar. Les puedo prometer que no era para que nadaran un rato placentero.

¿Por qué creen lo habrá dicho?

Sería bueno meditar en esto. Jesús sabía que los cuerpos en formación de los niños no deben ser "torcidos". Sus cuerpos mentales, emocionales y espirituales, todo aquello que es invisible a nuestros ojos, debe desarrollarse en perfecta armonía desde la funcionalidad, porque todo lo que esas vidas inmadura adopten de su entorno infantil lo manifestarán por el resto de sus vidas y queremos para ellos vidas desde el amor y no desde el miedo. Esas manifestaciones se expresan en el cuerpo físico como taras y enfermedades que después no sabemos explicar.

Hay quienes no creen porque jamás se dan el tiempo de leer. Hay que buscar la información, escudriñarla, y habiéndolo hecho, forjar una opinión.

Para quienes quieran hacerlo les dejo este link, donde verán lo que se escribió de Cristo al respecto, sus palabras frente a este gran tormento: http://bibliaparalela.com/mark/9-42.htm



No hay que odiar, hay que amar. Esa es la consigna que nos permitirá ir construyendo un mundo de luz. Al pedófilo hay que amarlo también, él es el resultado de nuestros ambientes disfuncionales que lo recibieron a la llegada a esta experiencia que conocemos como vida, pero no por ello les podemos permitir que sigan arruinando más conciencias. Por una vida cada vez más funcional y en la luz del amor, es tiempo de comenzar a recolectar sogas y piedras de molino.


miércoles, 31 de octubre de 2012

HALLOWEEN



Si usted cree en brujos, zombies, el inframundo, el paraíso  los fantasmas y cree que esta noche se abre el umbral hacia el mundo de los muertos... absténgase de cualquier celebración. Si no cree en nada de lo anterior... páselo la raja!!!! Súper simple. Para cada quien lo de cada quien. Happy halloween!!!!

LA HERENCIA




“Ups se me quedó el celular”, me dice mi hija Josefa de 11 años, camino al colegio esta mañana. Yo lo había deslizado en uno de los bolsillos de su mochila porque los miércoles necesitamos estar comunicados, ella llega antes que yo al departamento. Le conté que me había percatado más temprano y que sí lo llevaba. Me vino una frase a la memoria la que reproduje con aires de “madre” enfadada: “¡Claro, siempre yo. Tengo que estar pendiente de todo!”, y reímos de buena gana, más aún cuando ella me dice: “Te pareciste a mi abuela”.



Cuántos de nosotros nos sorprendemos a menudo diciendo, pensando e incluso sintiendo como nuestros padres, abuelo, tíos o de alguien que haya jugado el papel de adulto significante en nuestra infancia. Repetimos patrones y eso implica: conductas, emociones, sentimientos, creencias, hábitos, juicios, somos la copia, buena o mala, de alguien.

Somo imitativos y automáticos ¿qué quiero decir? Que en un proceso de aprendizaje compuesto de cuatro etapas, cuya primera fase es la “inconsciente-incompetente”, que es cuando no sabemos que existe por lo tanto no lo manejamos; una segunda fase que representa al “consciente-incompetente”, o sea, se sabe de existencia de un objeto pero no se es capaz de operarlo (un auto, por ejemplo. Lo mismo funciona para un sentimiento.); una tercera fase en la que nos encontramos con el “consciente-competente” que es la estrella del proceso, porque depende de esta fase de que desarrollemos la habilidad de manera mediocre o lo hagamos con excelencia, en otra palabras, sé que el objeto (o emoción) existe y comienzo a aprender a lidiar con ella y la calidad de aprendizaje irá de la mano con el modelo que tengo al frente, y una última fase, la que nos convierte en automáticos: “inconsciente-competente”.



Es en esta última etapa cuando enviamos todo lo aprendido a nuestra mente inconsciente y desde allí vamos por la vida actuando desde el “piloto automático”. Podemos enfrentarnos a momentos de incertidumbre, nos preguntamos por qué pensamos o sentimos de esa manera, por último nos arrepentimos de haber obrado de tal o cual manera, pero jamás atravesamos el umbral del inconsciente, no podríamos sin algún tipo de terapia. Lo más cerca que estamos de sentir que esa conducta “viene de otro lado”, es cuando caracterizamos una actitud o conducta que generalmente atribuimos a una madre. Al parecer estas últimas, por su rol de contenernos y alimentarnos, generan una imagen, una impronta muy fuerte en el carácter de los hijos, de allí que sean más caricaturizadas. Como ocurrió esta mañana con mi hija camino al colegio.

Claro que esto no es nada nuevo, es la conducta humana desde siempre, heredada. Tengo la impresión que esta repetición es la que inspira las amenazas del dios bíblico a su pueblo: "Yave es paciente y rico en misericordia. Soportas la falta y el pecado, pero no dejas pasar la falta, porque el pecado de los padres lo castigas en los hijos, en los nietos y en los bisnietos". (Nm 14,18). Lo que podía ser juzgado como un mal hábito o una tara física, para la comunidad se convertía en pecado. Al heredar esta conducta los hijos y luego los nietos y hasta los bisnietos, se entendía entonces como la ira divina repitiéndose en las siguientes generaciones. No era otra cosa que una herencia.

La herencia es el conjunto de bienes, derechos y obligaciones que cuando una persona muere, transmite a sus herederos o legatarios, por lo tanto es el derecho de recibir algo de una situación anterior. Sigamos sumando conceptos. También está la herencia del fenotipo, donde el bebe "hereda" todo lo que lo afecta mientras se desarrolla como feto en el útero materno y entre eso, los medicamentos, las crisis emocionales, los alimentos, todo aquello que intermedia la madre. Luego está le herencia genética, todas aquellas células y partículas que proporcionan nuestros ancestros para que "armemos" nuestro envoltorio. La herencia ambiental que también incidirá, como la ubicación geográfica. No es lo mismo nacer a 200 metros sobre el nivel del marque a 5 mil.

Si ustedes van al trabajo o a la universidad y alguien les pregunta cómo llegaron hasta ese lugar, lo más probable que después de recorrer varias opciones como: en autobús, en auto, en moto, en bicicleta y sólo al final puede que digan: caminando. Lo más increíble es que ninguno llegamos a esta experiencia de vida sabiendo caminar, lo imitamos de nuestro entorno y luego lo mandamos a nuestro inconsciente desde donde caminaremos el resto de nuestra vida, de ahí para adelante sin cuestionar.

Esto es lo novedoso de tomar consciencia de nuestra "herencia", podemos devolver lo que está de más. Todo aquello que me esta haciendo pasar por malos momentos en la creación de mi realidad, lo puedo devolver amorosamente de quien lo tomé en mi infancia.





Muchas veces me sorprendo haciendo un juicio sobre algo o sobre la conducta de alguien y después de meditar un momento soy capaz de ver el hilo que me ata a mi padre o a mi madre y recuerdo, casi con perfección, que ellos pensaban o creían así de aquello. Luego de esto comienzo a buscar qué es lo que yo pensaría al respecto y descubro que, generalmente, no me afecta y es más, me doy cuenta que guardo respeto por esas manifestaciones. Casi todo lo que estoy repitiendo, creyendo, enjuiciando, valorando, criticando, es porque mi abuela, mi madre, mis padres (tuve dos maravillosos), mis tíos, mis amigos, el grupo de "amigotes" del colegio, y tantos más creían aquello. Entonces, cuando podía determinar lo que ellos creían, me preguntaba que es lo que creía yo,y generalmente nunca coincidía.

No se sorprendan tanto cuando les digan: "estás hablando igualito a tu mamá"; "¡Oh, te salió igualito a tu viejo!" y otras cosas por el estilo. Vamos a repetir el patrón; seremos una copia de nuestros viejos, de su manera de vivir, sentir, administrar, intelectualizar, compartir y lo más importante, en la manera de sentir la vida. Lo triste de todo esto, es que nuestros padres o ancestros han "sobrevivido" a la vida desde el miedo, por eso hemos construido esta realidad y no otra. El primer miedo es a la muerte, la madre de todos los miedos. La única manera de evitar repetir el patrón es desviar la norma, poniendo frente a nuestros hijos un modelo distinto a lo que somos para evitar la copia, si es que nos estamos contentos con lo que hemos llegado a ser en la vida, si es que queremos que construyan su realidad desde el amor no desde el miedo. Por último, una pregunta ¿se ama usted? Eso nos ahorra camino.





martes, 30 de octubre de 2012

ACOSTUMBRATE A LEER




¿Te has preguntado qué haces cuando lees? ¿Para qué lees? ¿Qué es esta habilidad de ser capaz de traducir signos y convertirlos en información? ¿Qué tipo de herramienta es que tantos en la historia han querido controlarla? ¿Qué poder oculta? Responderemos estas interrogantes una a una, para que al final, cuando descubras su poder, seas capaz de aceptarlo.

Observa tu cuerpo desde fuera. ¿Cómo? Simple. Siéntate a una mesa con un libro frente a ti. Cierra los ojos e imagina que comienzas a salir de tu cuerpo como quien se saca un traje y te alejas unos centímetros (el maravilloso poder de la imaginación). Resulta curiosa la experiencia; como si hasta la misma consciencia se desdoblara. Te ves allí con la cabeza sostenida por las manos. Tus ojos están clavados en la lectura. Puedes imaginar de qué trata el texto, al fin y al cabo fuiste tú quien lo instaló en la mesa. Lentamente rodeas la mesa y te sientas frente a ti. Esto suena curioso, pero cuando pones toda tu intensión en ello, entonces resulta mágico.

Tu cuerpo, al que observas desde este ser desdoblado, comienza a transparentarse cada vez más. Puedes ver cada uno de los órganos. Vez como, en un compás danzante, el corazón bombea incesantemente y la sangre avanza a tramos por tus venas. Ves los bronquios, los pulmones y cada uno de los órganos que reciben, “oleadas” de oxigeno como el mar bañando las arenas. Te maravillas con la perfección de la naturaleza. Tu atención es capturada por esos casi atemorizantes globos oculares que se mueven vertiginosamente trabajando sobre los códigos impresos en las hojas de ese libro que pusiste a la mesa. El funcionamiento del nervio y los músculos que los sustentan es realmente fascinante. Es, de pronto, como una película de ciencia ficción y te comienzas a sentir, por momentos, como si fueras una extraterrestre, un ser dotado de cualidades que jamás percibiste porque estabas dentro de esta “máquina” extraordinaria.



Ves, cada vez más asombrado, que la magia es mayor aún. Esa luz que penetra por aquellos lentes situados en el extremo de los globos, viaja a una velocidad impresionante hasta el cerebro. Cuando levantas la vista, la visión majestuosa del cerebro inunda tu alma de emoción. El órgano brilla, pero con un resplandor que jamás habías visto. No recuerdas semejante luminosidad. Bueno, eso eres tú, trabajando, devorando información; aprendiendo todo el universo de te rodea, con toda tu intención puesta en ello. Pero ¡espera! Estás haciendo algo más, estás conversando ¿Con quién?

Ahora conmigo; en la imagen que observas mientras hacemos este ejercicio, con el autor del libro que pusiste a la mesa. Conversamos, me escuchas atentamente, probablemente hay cosas que no entiendas aquí, en el libro, en otros, pero eres un ser brillante y tienes herramientas a tu alcance que te ayudarán a dar con el significado, con las imágenes que tu cerebro pueda comprender, para que entiendas lo que te estoy diciendo, lo que otros te están diciendo, porque si no lo haces no te moverás, no seguirás adelante, te quedarás atascado en esta dimensión, en este segundo, para siempre.

Eso es lo que haces cuando lees, escudriñas espacios de tiempos que no están en tu aquí y ahora, no están en tu línea de tiempo ¿Para qué? Para evolucionar, para atesorar conocimiento que me permitan perfeccionar cada vez más la realidad. Si no logro comprender esas “conversaciones”, si no soy capaz de reconocer a mi interlocutor escondido tras las páginas, sólo retraso la evolución humana, nada más; con ello también la de mi vida y la de los que vinieron a vivir la experiencia de la vida muy cerquita de mí.

La lectura no es otra cosa que descifrar signos, es transformar en imágenes aquellos gráficos que creamos para cargarlos de información y así transferir nuestras experiencias. La mente, en su capacidad semántica, no lee letra a letra y decide el significado, sino que lo asocia a una imagen. La palabra “papá” no es leída “p”, “a”, “p”, “a” “tilde”, ah, “papá”. La sola mención de la imagen acústica gatilla la imagen de “mi” padre en mi mente y así la de cada uno, por lo tanto el código “papá” tendrá tantas interpretaciones como personas la hayan escuchado. Es por eso que la interpretación es personal y única, porque está relacionada con la experiencia ¿Con qué objetivo? Con el de mi evolución, esa también es personal. Es por eso que entendemos que la experiencia de vida es única, aunque hay muchos que se empeñan que sea una copia de la de ellos.

Si me paralizo frente a un texto porque no lo puedo comprender, es porque la carga de hábitos no fue bien realizada. Es imposible tal comprensión si no tengo a mi alcance diccionarios o libros de definiciones o sus equivalentes en el mundo digital. Es ser arrogante el pretender ser poseedor de un vocabulario tan exquisitamente dotado que les haga prescindir de tales herramientas. Es por esto que quienes tienen la maravilla de estar rodeados de criaturas, adultos en procesos de formación, cuando entren la fase de preguntar qué significa tal o cual cosa, no les respondan verbalmente, alcancenles un diccionario, estarán creando el mejor de los hábitos.



Si usaran esta habilidad en profundidad, podrían navegar por nuestra increíble historia. En muchos de sus pasajes se encontrarían con grupos queriendo controlar lo que la humanidad “consumía” como lectura en épocas pretéritas. Hay un libro maravilloso de Umberto Ecco, una novela que fue magistralmente llevada al cine, con un soberbio Sean Connery en el papel protagónico, “En el nombre de la rosa”, que retrata parte de esta historia de la humanidad. Hay tantas más, como la de Los Valdenses, un pueblo perseguido por el vaticano hasta su extinción, dado que ellos memorizaban los pasajes bíblicos para traspasarlos de generación en generación. La iglesia no quería que los creyentes leyeran La Biblia, porque dejarían de creer en la institución. No era muy congruente lo que el libro narraba y el comportamiento de sus supuestos representantes. Bueno eso es hasta el día de hoy, aunque en estos tiempos, y desde hace mucho, la gente tiene libre acceso a las Sagradas Escrituras, pero no tiene libre acceso a la comprensión, la clave de la evolución y de su poder.




¿Logran comprender? En la medida que controlo su desarrollo intelectual, los puedo manipular a mi antojo porque así manejo su sistema de creencia, así funciona la comunicación persuasiva. Aquí toma mucho sentido esto de “sólo la verdad os hará libres”. No los hace libre de mi o de otros, los hace libre de lo que ustedes creen. Se pueden dar cuenta que han estado viviendo atados a lo que otros, supuestamente  creyeron (generalmente por miedo). y así desde nuestros ancestros, y de ellos a nuestros padres y de éstos a nosotros. Esos nudos sólo se pueden desatar comparando, analizando, observando lo que yo experimento y que puedo comprar con lo que otros han vivenciado y me entero de ellos sólo a través de la lectura, del lenguaje.



Humberto Maturana dice: “El lenguaje crea realidad”. El lenguaje es una conjunción se signos; estos están cargado de información, todo lo que creo viene de los signos, por lo tanto mi realidad es información. Ese es el poder. Si cambio la información que sustenta mi sistema de creencias entonces puedo cambiar mi realidad. Todo lo que es, es porque yo creo que puede ser, por lo tanto lo puedo cambiar. Ahora, hay que responder ¿Cuánto quiero cambiar esa realidad? ¿Están dispuestos a aceptar este poder?